La paciencia como valor personal en el desarrollo de software.

Manu Pijierro
5 min readFeb 13, 2022

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La paciencia, como valor personal, no está de moda. En esta sociedad hiperactiva que venimos construyendo desde hace unos años, la paciencia es una cualidad humana que poco a poco ha ido saliendo de nuestras vidas convirtiéndose en un valor que ha pasado a un segundo plano, relegada al cajón de las cosas que la sociedad actual infravalora. Casi todo lo que gira a nuestro alrededor es instantáneo, necesitamos y exigimos que así sea. Cada vez precisamos más velocidad para todo, para lo personal y para lo profesional, hacer las cosas más rápido y que otros, a su vez, las hagan más rápido todavía. Vivimos la vida con el turbo puesto, impacientes por terminar cuanto antes la siguiente tarea del checklist de asuntos infinitos que siempre tenemos pendientes de finalizar. Sea lo que sea, que sea rápido. Impacientes por comenzar y a continuación impacientes por terminar. Impacientes por vivir el futuro sin pararnos a reflexionar con la paciencia y serenidad suficientes el presente que día a día vivimos y que olvidamos de disfrutar.

La consecuencia principal de la impaciencia generada por esa velocidad de nuestras vidas hace que, en general, no tengamos en cuenta los detalles ni el contexto de la realidad y suelen ser estos detalles, casi siempre, los que contienen lo más importante y la esencia de todo lo que nos rodea. Recuerda que, la paciencia te lleva a la esencia de las cosas y esa esencia te lleva a la verdad.

Pocas cosas requieren más paciencia en esta vida que cultivar un bonsai.

Paciencia pensando problemas y soluciones

El consejo del carpintero: “Mide dos veces, corta una”. Se paciente a la hora de seleccionar una solución para un problema y que las prisas no te lleven a dar por buena la primera que venga a tu cabeza. Hay excepciones, por supuesto, problemas sencillos o problemas para los que experiencias similares ya te han dotado de una capacidad suficiente para tomar decisiones de una forma más acelerada. Pero, en general, resolver un problema medianamente complejo te llevará un tiempo hasta que logres entenderlo lo suficientemente bien como para extraer el contexto necesario que te lleve a la mejor solución. Habrás de comprender el problema desde el punto de vista del cliente o del negocio, sus necesidades y sus objetivos y también, por supuesto, desde el punto de vista tecnológico para saber como implementar la mejor solución posible.

Piénsalo bien, ¿cuántas veces te ha ocurrido que la primera solución que aplicaste a un problema luego resultó no ser tan buena? ¿cuántas veces elegimos mal la tecnología, el framework o el algoritmo?…y lo que es peor, ¿cuál es el coste económico y de recursos de esa mala decisión por no haber tenido la paciencia suficiente para estudiar el par problema-solución de la forma necesaria?

Supongo que la presión diaria de entregar el trabajo pendiente, ‘deadlines’ y compromisos difíciles de asumir hacen que tener la paciencia y serenidad necesarias para comprender problemas y crear soluciones sea complicado. Pero en la medida de lo posible, no debemos permitir que esa presión nos genere una impaciencia contraproducente para nuestros objetivos y los del proyecto.

Paciencia en el entorno laboral

La paciencia en el entorno laboral es un valor personal clave para crear un ambiente de trabajo positivo y productivo. Las relaciones diarias entre personas suelen generar desavenencias que únicamente con las dosis adecuadas de paciencia y empatía se pueden superar sin menoscabar las relaciones personales del grupo.

El impaciente suele trazar planes en su cabeza sobre como deberían desarrollarse los acontecimientos a su alrededor y cuando estos no se cumplen sus expectativas se frustran y comienza a repartir culpas y responsabilidades generando entre los compañeros, en muchas ocasiones, presiones innecesarias debidas únicamente a su impaciencia y la mala gestión de las emociones que conllevan, especialmente la ira. Además, el impaciente suele simplificar los problemas para intentar llegar cuanto antes a la meta pero, en general, esa simplificación es errónea ya que precisamente no ha sabido o no ha querido dedicar el tiempo suficiente para definir el mejor modo de llegar a la solución. El impaciente se frustra y puede llegar a generar un ambiente de trabajo tóxico exigiendo tiempos y trabajos alejados de la realidad.

Por el contrario, ser pacientes ayudará a saber diferenciar lo evitable de lo inevitable y nos hará más fácil vislumbrar los problemas importantes de los no importantes. Ser pacientes, además, mejorará la comunicación con otras personas permitiendo relaciones personales más agradables. Ser pacientes no implica aceptar todo y tener capacidad de sufrimiento infinitas, ser pacientes implica tener pensamientos más racionales con el fin de conocer lo que debe ser aceptado y lo que no y, además, para saber dónde puedes poner un límite dentro de las relaciones personales. Ser pacientes no trata de ser pasivos, trata de saber cuál es el mejor momento para actuar, de forma responsable evitando que las situaciones nos puedan llegar a generar ansiedad.

Aprender requiere ser paciente

La formación y el proceso del aprendizaje es otro punto en el que la paciencia es un valor clave para poder avanzar y afianzar conocimientos que nos aporten una buena base teórica que llevar a la práctica. Ser capaz de centrarnos y permanecer el tiempo necesario en un curso, un libro, un podcast, un simple ejercicio práctico…etc., para interiorizarlo de tal forma que seamos capaces de aplicarlo en problemas/soluciones de la ‘vida real’.

El camino de la formación para alguien que se dedique al desarrollo del software puede ser cansado y estresante si no se mantiene la calma necesaria para diferenciar lo básico y lo importante de lo efímero y la moda tecnológica del momento. Si nos dejamos llevar, si no somos pacientes, iremos pasando de puntillas por materias y conocimientos sin afianzar y sin profundizar en cada uno de ellos, lo cual hará que no podamos asimilarlos para poder aplicarlos en un futuro. Solo leer no te hace aprender. Para aprender hay que dedicar tiempo suficiente y dedicar tiempo suficiente a cualquier tema implica de forma explícita ser paciente.

Paciencia con los que están aprendiendo

Si debemos ser pacientes con nosotros mismos cuando se trata de aprender, habrá que poner especial cuidado y atención cuando sean terceras personas las que están aprendiendo, más aún cuando su aprendizaje dependa directamente de nosotros. Habrá que ser pacientes para facilitar el tiempo y las explicaciones necesarias de forma que interioricen los conocimientos de forma sólida y persistente. Esto, no solo será bueno para ellos sino que con toda seguridad estaremos ‘sembrando’ en esas personas la semilla de la paciencia para que en el futuro sean ellos los pacientes cuando tengan que enseñar a la siguiente generación.

Por el contrario, ser impacientes con alguien que está aprendiendo solo le provocará ansiedad, tensión y frustración lo que a la larga es más que probable que le genere un rechazo hacia las materias o conocimientos que necesita aprender.

La paciencia que debemos mostrar debe partir de la humildad de reconocer que hubo un tiempo pasado en el que fuimos nosotros los que no teníamos el conocimiento necesario para realizar una tarea de la mejor forma posible. Reconocer nuestras propias limitaciones y debilidades nos hará ser más pacientes con las limitaciones y debilidades de los demás.

Muchas gracias por tener la paciencia de leer hasta el final :)

¡Chimpún!

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